Tarde para el recuerdo en el Coliseum, que vivió una jornada de ensueño entre goles, homenajes y olés por doquier. El Getafe bordó un partido majestuoso, de esos que no se planifican, se sueñan. Liderados por Jorge Molina, en su figura de Cid Campeador en palabras de Bordalás, el equipo no dio opción al Valencia en ningún momento. El conjunto azulón fue un rodillo desde el minuto uno. La presión de inicio, las ayudas, el juego por banda…una exhibición que los aficionados probablemente no olvidarán jamás. El 0-0 al descanso no era más que una anécdota. Maksimovic, Cucurella, Molina y Nyom dispusieron de ocasiones claras para poner tierra de por medio. Sin embargo, el marcador seguía reflejando un empate que no hacía justicia a lo que se veía sobre el césped.
En los segundos 45 minutos el Getafe se desató, al igual que su fútbol. El capitán aprovechó un rechace para hacer el 1-0 y la grada se dejó llevar por la ola sobre la que navegaba el equipo. Fue el comienzo de la tormenta perfecta. El delantero alicantino firmó una obra de arte instantes después con un giro en el área marca de la casa. Jorge se retiró del estadio con una calurosa ovación para dejar paso a Ángel.
El tinerfeño saltó con ganas y en una jugada por banda en la que se zafó de los dos centrales valencianistas asistió a Jaime Mata para que este hiciera el 3-0 a placer. Kenedy pudo hacer el cuarto en el día de su cumpleaños, pero el resultado ya fue inamovible. La victoria permite al Getafe seguir en posiciones de privilegio y aumentar la distancia con los perseguidores. Un día inolvidable.