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Primer Equipo

Discurso de despedida de Jaime Mata

Las palabras del delantero del Getafe durante el acto de despedida, arropado por sus compañeros, el cuerpo técnico y sus familiares

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He dado muchas vueltas sobre cómo quería redactar esta carta de despedida. Medir las palabras exactas para así ser recordado. Ha sido un viaje repleto de éxitos y derrotas personales y creo que lo más justo es mencionar ambas. Parto de la ventaja que redacto estas palabras desde la serenidad que te da la madurez, lo cual, además, me ha permitido convertir mis debilidades en fortalezas y es precisamente esto lo que me ha salvado en muchas ocasiones.

Lo malo me ha forjado pero lo bueno me ha formado y siempre ganará en la balanza. Pero eso no quita que con perspectiva valoro todo porque me ha permitido estar orgulloso de mí mismo, algo que parece muy sencillo, por haber llegado a la élite, pero no lo es. Llegar a Europa, ir convocado con la Selección o igualar a Manu del Moral… Así, por supuesto, que me gustaría ser recordado. Pero me inclino aún más por haber superado dos operaciones en diez días, un desplazamiento absoluto en lo deportivo y haberle sonreído a la vida siempre. Es en la adversidad cuando realmente se remarca nuestra naturaleza. 

El fútbol te da tanto, que te quita mucho. Tiene mucho de paradójico. No siempre responde a la lógica ni queda resuelto de manera justa. Por eso, la única respuesta que tiene esta profesión, en cualquier contexto, es nunca, pero nunca, rendirse.

En mi caso, además, siento que no puedo definir el fútbol como una mera profesión. Va más allá. El fútbol es parte innata de mí. Me ha definido en tantos aspectos, que es más bien una interpretación de la vida. Me ha enseñado a perseverar sin miramiento, a ser resiliente y a siempre poner en valía lo que tienes. En definitiva, y como dice mi abuelo aquí presente, me ha enseñado que debemos florecer allá donde la vida nos planta.

El fútbol de Getafe me ha dado y demostrado que la unión hace la fuerza. Que no hay peor rival que no creer. Que dejarse la piel, vez tras vez, no es una opción, es un deber. Que tus compañeros son una extensión de ti. Es imposible alcanzar tu potencial, si ellos no alcanzan el suyo. Que entre todos los trabajadores, ni uno más importante que otro, se logra propulsar a un club para así conseguir un objetivo común y crear una comunidad. Que esta afición, tan respetuosa y leal, debería servir como ejemplo en el resto de estadios. 

He tenido la grandísima suerte de que durante seis años he hecho de Getafe mi casa. Getafe ha sido el escenario perfecto para que este niño de Tres Cantos, lleno de arañazos y agarrado a su pelota desgastada, se dé cuenta de que a veces la vida te permite materializar tus sueños. Pero lo mío con este club va más allá. No hay imaginación que blinde lo que he vivido gracias a este club. 

He aprendido tanto en estos años que solo espero poder dar ejemplo de ello allá donde me quiera llevar esta profesión. Y si en algo confío, es que me va a traer aquí de nuevo. No dudéis que dejo la luz encendida para así saberme el camino de vuelta a casa. 

Ojalá a los finales se les olvidara terminarse. Ojalá. Esta es una despedida que jamás quise afrontar, pero la cual acepto porque sé que es la transición para una nueva oportunidad para mí en este deporte al que tanto quiero. Toca dar paso a nuevos proyectos y retos, ya que aún tengo muchísimo fútbol que dar.

 Nos vemos en el verde. Hasta pronto Getafe CF.